La exposición sobre Salvador Seguí, reconocido como "el noi del sucre" (el chico del azúcar), se me presentó como un importante desafío escénico al abordar un montaje expositivo sin objetos históricos tangibles, pero con una narrativa de gran peso: la vida del líder anarquista asesinado en una Barcelona marcada por los conflictos entre la clase obrera y la burguesía.
El relato expositivo delineó la vida del protagonista, y mi propuesta escénica, a semejanza de la exposición "Spoliés !" que llevé a cabo en 2010 en el Musée de la Résistance de l'Isère en Grenoble, consistió en seguir los pasos del personaje a lo largo del espacio expositivo, una búsqueda que nunca encontraría una respuesta clara. La carencia de objetos documentales permitió que el despliegue escénico asumiera el liderazgo del discurso. La escenografía sostuvo una historia dividida en 3 grandes ámbitos y 7 espacios temáticos.
El ingreso del público a la sala coincidía con la llegada de Salvador Seguí en tren desde Lleida a Barcelona. Esta idea se plasmó con un fragmento de coche de ferrocarril que, mediante espejos, multiplicaba el tren de los esperanzados que llegaban a la ciudad en busca de una vida mejor.
Este tren de madera sirvió como soporte para una realización audiovisual que contextualizaba el momento histórico en el que vivió Salvador Seguí. Tras esta inmersión, el público iniciaba un viaje a través de diferentes espacios, guiado por la sombra del protagonista de la exposición.
Desde la fábrica, el visitante llegaba a la plaza de toros de las Arenas de Barcelona, donde Seguí puso el punto final a la huelga de "la Canadenca" después de duras negociaciones entre la patronal y los sindicatos. Este mitin marcó el éxito de las ocho horas laborales diarias para los trabajadores, pero también prefiguró el trágico final del anarquista.
La visita continuaba en una recreación de un café frecuentado por Seguí para encuentros políticos y debates apasionados sobre la situación social. El espacio, de dimensiones reducidas, transmitía intimidad mediante espejos que duplicaban la sala, y cuadros, fotografías y carteles proporcionaban contexto histórico.
La conclusión de la exposición se desarrollaba en una calle oscura que mostraba documentos, recortes de prensa y fotografías. Este velo con imágenes de la Barcelona de la época permitía al visitante descubrir a través, los entresijos y la evolución de unos hechos que precipitaron el asesinato del líder.
El telón final se alzaba y caía en un imaginario call center de la postguerra española, con teléfonos instalados de forma compartimentada que permitían al público escuchar el relato del asesinato de Salvador Seguí, narrado por su compañera sentimental, Teresa Muntaner. Esta recreación dramatizada se basaba en una entrevista realizada durante su exilio.
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Institución impulsora: Palau Robert (Generalitat de Catalunya)
Ubicación: Barcelona (España)
© Fotografías: Pepo Segura
